Estos ultimos días hice algo que no es común en mí... Sentarme a ver televisión, seriamente no es lo mío.
Sí, no me mireís así. De verdad que no..
Sentarme a ver peliculas, sí.. Sentarme a tomar unos mates con amigas o sola mientras escucho la radio, es cuestión rutinaria. Pero, el entretenimiento televisivo, no es algo que me llame. Sí quiero ver alguna serie, la bajo de internet o la miro online. ¡Me gusta equivocarme sola! Además, la publicidad y cierta programación ... (excepto algunas publicidades como la de Mama Luchetti, Diana Arroz es una grossa xD) dan asco.
Pues bien, hay algo que me perdía y son las publicidades de perfumes. Me encantan seriamente, dan ganas de consumir el crédito sólo para llegar a sentirles en la piel. Así que decidí dedicarle a uno de los perfumes más reconocidos de la historia un pequeño lugar en la entrada mientras armo mi top five de perfumes de lo que va este año que aún quiero comprar, y probar...
"Una mujer sin perfume es una mujer sin futuro". Con esa frase determinaba Coco Chanel la importancia que siempre le dio a que cada mujer tuviera su propio aroma. No en vano fue la primera diseñadora de moda en lanzar una fragancia y lo hizo porque, en su forma de entender el estilo y la moda, le parecía que, sin perfume, la imagen de una mujer no era completa.
Fiel a su forma de expresarse, descarada y un punto deslenguada, daba al perfume dos sentidos: como complemento a la propia imagen, a modo de joya intangible que habla como ningún otro accesorio puede hacerlo sobre la personalidad de una mujer y, por otro lado, como arma de seducción. "Ponte perfume donde quieres que te besen", solía decir, probablemente por experiencia... y es que dicen que sus conquistas se cuentan por centenares.
Marilyn Monroe, en una visita a Japón, confesó a un periodista que para dormir sólo se ponía unas gotas de Chanel Nº 5. La actriz más glamourosa del mundo y uno de los iconos más universales del cine, se rendía a los encantos de ese mágico número cinco.
Al mismo tiempo, los soldados americanos hacían cola en las tiendas de la firma para conseguir el perfume que, por aquella época, esperaban recibir sus prometidas.
En 1921, el perfumista Ernest Beaux propuso a Gabrielle "Coco" Chanel dos series de fragancias en frascos numerados. Mademoiselle Chanel le había pedido que creara “un perfume de mujer con olor a mujer”. Probadas todas las muestras, Chanel eligió la número cinco.
Se dice que Beaux encontró la inspiración olfativa de este perfume hacia 1920, durante el regreso de una campaña militar en la que tuvo que atravesar el Círculo Polar. Era la época del sol de medianoche y el perfumista intentó capturar el frescor que desprenden los ríos y los lagos durante aquellas fechas.
Al principio, el perfume fue distribuido entre las amigas de Coco Chanel y las mejores clientas de su famosa boutique de alta costura. Era, simplemente, un “pequeño regalo que no tenía intención de comercializar”.
Sin embargo, acabaría convirtiéndose en uno de los símbolos del siglo XX. En 1959, gracias a la estética perfecta de su frasco, Chanel Nº 5 entró a formar parte de la colección del Museo de Arte Moderno de New York. Poco después, Andy Warhol inmortalizó su frasco en una serie de nueve serigrafías.
Al mismo tiempo, los soldados americanos hacían cola en las tiendas de la firma para conseguir el perfume que, por aquella época, esperaban recibir sus prometidas.
En 1921, el perfumista Ernest Beaux propuso a Gabrielle "Coco" Chanel dos series de fragancias en frascos numerados. Mademoiselle Chanel le había pedido que creara “un perfume de mujer con olor a mujer”. Probadas todas las muestras, Chanel eligió la número cinco.
Se dice que Beaux encontró la inspiración olfativa de este perfume hacia 1920, durante el regreso de una campaña militar en la que tuvo que atravesar el Círculo Polar. Era la época del sol de medianoche y el perfumista intentó capturar el frescor que desprenden los ríos y los lagos durante aquellas fechas.
Al principio, el perfume fue distribuido entre las amigas de Coco Chanel y las mejores clientas de su famosa boutique de alta costura. Era, simplemente, un “pequeño regalo que no tenía intención de comercializar”.
Sin embargo, acabaría convirtiéndose en uno de los símbolos del siglo XX. En 1959, gracias a la estética perfecta de su frasco, Chanel Nº 5 entró a formar parte de la colección del Museo de Arte Moderno de New York. Poco después, Andy Warhol inmortalizó su frasco en una serie de nueve serigrafías.
Coco Chanel no quería un perfume que evocara una sola flor, prefería algo más “artificial”, una composición más elaborada. Por eso, el nariz Ernest Beaux empleó en esta fórmula mágica aldehídos obtenidos por síntesis química, descubiertos y utilizados desde finales del siglo XIX, y que subliman de una forma única las notas más embriagadoras de las flores.
El aroma de Chanel Nº 5 es una composición de flores a base de pétalos de rosas de mayo, jazmín de Grasse y notas de madera de sándalo, vetíver y vainilla.
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